Más vale una foto que mil palabras. |
No creo que necesite explicar más.
Creo que fue el shock monetario/psicológico lo que ha hecho que suba esta crónica con casi dos semanas de retraso...
Cuando me enteré que Olivia Ardey iba a estar por los madriles para presentar su nuevo libro (me encantó "Dama de Tréboles") decidí hacer lo posible -y algunas cosas imposibles- por ir. Sin embargo, y como toda buena "pringadilla" que se precie, fue el momento para ser ascendida de forma oficial a "pringada" por lo que todo complotaba en mi contra.
Todo.
Mis jefes. Los compañeros. Los virus. Los clientes. El tiempo. La distancia. Las promociones... todos ellos se fueron aliando uno tras otro, como si de una hilera tras otra de fieles espartanos se tratase, para impedir que yo franquease el paso de las Termópilas -también llamado aparato de fichaje- a tiempo para llegar a la presentación.
Pero, como cualquiera que me conozca sabe, cuando se me obliga a dejar de hacer algo por las malas, clavo talones y empujo con más fuerzas, simplemente por principios. No llevo bien la presión, ¡qué se le va a hacer!
El caso es que, aunque era seguro que me iba a perder toda la parte "oficial" de la presentación, decidí que por mis "¡¡¡$&&**!!!!" que iba a aparecer por allí aunque fuese para dar dos besos de despedida y abandoné los edificios de "Guantanamo", digo... de mi trabajo (al menos no vestimos de naranja), a toda velocidad y, parafraseando a Michael Knight grité: "¡Highlander, te necesito!" y me encaramé a mi (bueno, su) blanco corcel metálico.
Aproveché los 45 minutos siguientes para intentar hacer algo con mi estrés -llevo un par de meses que parezco "Flubber"...-; pero, teniendo en cuenta que cuando llegué parecía una mezcla entre el hombre de los "micromachines" y Ana Rosa Quintana..., creo que no se me dio demasiado bien.
No puedo negarlo, como decía un gran líder romano: "lleguí, ví y... arrollé".
Si la última vez que me habían visto la mayoría de las presentes parecía una seta roja catatónica sentada en un banco (para más información, ver los "cantares" del I Congreso Yoleora primera y segunda parte), en esta ocasión era una versión femenina hiperactiva de "Wally" -el de rayas, no el robot (por desgracia para mí, ya que que el segundo es adorable y el primero un coñazo); así que irrumpí como si me persiguieran los toros de los San Fermines (al fin y al cabo iba a vestida en consonancia) y empecé a repartir besos a diestro y siniestro entre las indefensas y atónitas asistentes a la presentación de "Delicias y Secretos" que, hasta ese momento, disfrutaban de sus bebidas en una terraza cercana.
No comments. Las caras de "¿Y ésta quién es?" eran todo un poema jejeje.
En fin... que, eufórica por haber logrado ver a las últimas supervivientes románticas, saludé; cotorreé; le endosé mi ejemplar de "Dama Tréboles" a su autora; admiré con ganas al "garbancito" de Merche Diolch; admiré con compasión la pobre manita de Mamen; hablé con Noelia Amarillo de Terry Pratchett; amenacé con asesinar de nuevo a una Carmen, por culpa de Megan Maxwell y conocí a algunas nuevas escritoras/lectoras (lo siento, mi memoria de pez hace que sea incapaz de recordar los nombres de todas... sé que por ahí andaba Laura Nuño y Patricia Sutherland, pero hasta ahí llego). Todo ello en cinco minutos. ¡LO JURO!
Iba concienciada a que iba a ser una visita exprés e intenté rentabilizarla. Lo que no me esperaba era una desleal emboscada por parte de las representantes ediciones Éride. Me presentaron a Lucia de Vicente -la cual me había enviado un libro sobre escritura por ser finalista en un concurso para adivinar las jugarretas que ella y Olivia les hacían a los personajes de sus respectivos libros- y allí estaba yo tan feliz e inconsciente hasta que se les ocurrió comentar: "Pues nos hemos traído los libros en catálogo".
Se oyó un click.
El de mi conciencia apagándose, mi monedero abriéndose y mi economía mensual desplomándose.
Así que, ni corta ni perezosa, arrastré a las editoras hasta dónde escondían la mercancía y, en el más puro ejemplo de un trapicheo de Brooklyn -o de la Cañada Real, que es más castizo-, me abrieron un maletero y empezamos las árduas negociaciones.
Bueno, árduas... Me temo que soy una mujer fácil.
Ellas dijeron. -¿Cuál quieres? Yo respondí. -¿Cuáles tenéis? Se miraron y dejaron caer la bomba: -Todos. -Ponédmelos para llevar.. |
Y al principio tenéis la prueba de este delito.
- "Ardiente verano" de Noelia Amarillo
- "Delicias y secretos en Manhattan" de Olivia Ardey
- "Cuando pase la tormenta" de Lucia de Vicente
- "Te esperaré toda mi vida" de Megan Maxwell
- "Dama de Tréboles" de Olivia Ardey (que, por fortuna, ya me lo he leído pero me están ganas de releérmelo...).
Menos mal que tengo genes "Mary Poppins" -en mis bolsos habría podido salvar la Biblioteca de Alejandria- y me había traído un porteador fuerte que se quedaba en un rincón con cara de "¿y yo qué pinto aquí?".
Como venganza, hice que las respectivas autoras presentes desenterraran los bolis y, pese a las agujetas que ya debían tener, hiciesen una dedicatoria más.
Feliz hasta el infinito y más allá, decidí huir de mis prevista sesión de salsa -baile, no comida-, para unirme a la sección migratoria que buscaba algo para comer antes de que Olivia volviese a la "terreta".
Vale, después de varios años en los madriles sigo siendo "guiri", pero continua sorprendiéndome que no consiguiésemos encontrar ni un sólo local de comida rápida o un bareto de tapeo con todo lo que andamos. Era como si Madrid estuviese empeñado en ponernos a dieta.
Tanta hambre había entre las "resistentes" (asistentes que resistieron hasta ese momento) que fuimos perdiendo "miembras" por el camino y, en el último momento, hasta a: Mamen -pelada de frío-, Chus Nevado (aún sigo alucinada con lo de las "esferificaciones") y Carmen (juraría que nos hemos visto antes pero no caigo donde y me quedé con las ganas de preguntárselo); las cuales nos abandonaron a la puerta de un bareto con la típica pinta cutre de barrio.
Como las "chimeneas" eran mayoría, acabamos sentadas en unas mesas al aire libre, disfrutando del maravilloso calorito ambiental propio de finales de octubre al anochecer; por suerte para mí, eché mano de nuevo a mi bolso mágico y me saqué a la oveja negra de la familia -sólo le falta balar- y me lancé a escuchar como tres escritoras publicadas y consagradas me iluminaban con los entresijos del negocio.
Tan atenta estaba a las palabras de Noelia, Megan y Olivia... que tuve un ligero lapsus y, en lugar de mojar el rico bizcocho en el café, mojé mis pantalones blancos. Ejem... Ese fue el momento en el que decidí convertirme en una firme defensora del movimiento del expresionismo abstracto y jurar y perjurar que mis pantalones era un lienzo en movimiento.
En fin... todo lo bueno llega a su fin y el autobús de Olivia no la iba a esperar mucho tiempo, así que emprendimos el camino de regreso.
Mi taxista y yo nos ofrecimos a acercar a la autora a la parada correspondiente; pero, como habíamos dejando pastando el corcel en prados más verdes, el reloj seguía corriendo y tuvimos que dejarla irse en un taxi más oficial -y también más caro-.
El agotamiento me podía, el rimel de las pestañas me labraba las mejillas cada vez que intentaba abrir los ojos y el estrés estaba entrando en la fase "esa acera tiene una pinta la mar de cómoda"; sin embargo, un café y un cuarto bajo la piel (y el resto sobre ella) estaba volviendo a a hacerme entrar la fase de: "¡subidón, subidón!", así que tuve que renunciar a mi idea de suaves y acogedoras sábanas, por una sesión maratoniana de salsa con la que exorcizar a la adrenalina acumulada.
Resultado. Al día siguiente me levanté: más pobre, más cansada, con dolor de pies, con unos pantalones menos, con más envidia, y más estresada. No tengo tiempo de dormir, no tengo tiempo de escribir y, encima, ahora tengo una pila de libros nuevos por leer -con dedicatorias incluídas- mirándome acusadores desde la estanteria.
He probado a esconderlos. Pero sé que están ahí... Me vigilan...
Tengo miedo.
¡Snif!
No vuelvo a ir a una presentación.
Por si os pica la curiosidad... os pongo el enlace a otras "Noticias y crónicas".
4 comentarios:
Jajajajaa ainsss mi niña, lo que me he podido reír contigo! por cierto a Carmen, creo que la conociste en el encuentro RA. jijii. Si te sirve de consuelo, a mi me suele pasar lo mismo, pillo todos los libros que me ponen ante la vista... ainssss
Ains, pero qué estupendos tú y tu chico. ¿Dices que no irás más a una presentación? Caerás, ya te lo digo yo. Un besazo y mil gracias por venir.
Este verano en la Coruña me pasó algo parecido. Volví cargada de libros. Los míos no me miran acusadores. Me los leí todos y me encantaron. (Esto no es para darte envidia)
Umm... Ahora que lo dices... Creo que ya he ubicado a Carmen.
Me temo que sí que acabaré yendo a más presentaciones... me pierde el ansia.
Ufff a mi aún me miran acusadores, estoy catatónica y no puedo ni leer ni escribir.
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