Querid@s Lectores,
Soy un utilitario. Siempre lo he sido.
Puede pareceros extraño que me compare con un coche... pero creo que es una buena analogía.
Todos salimos de fábrica siendo algo. Un utilitario, un monovolumen, un todoterreno, un deportivo... está en nuestros genes. Somos así.
Eso no es bueno ni malo, tan sólo es.
Pero eso no quiere decir que nos conformemos con ello. Las mujeres habíamos inventado el tunning antes de que al señor Ford le diese por pensar en jubilar los caballos.
Afeites, corsés, piercings, tintes... Lo hemos intentado todo para llegar a parecernos a los automóviles de gama más alta.
Sin embargo, una cosa es cambiar a gasolina sin plomo o darse una nueva capa de pintura, y otra muy distinta ponerse alerones, remodelarse un morro deportivo o instalar un techo descapotable.
No es lo mismo. Ni en dinero, ni en resultados... ni en consecuencias.
Un mal mecánico puede hacer que el seguro declare tu coche siniestro total. Un mal cirujano... creo que no hace falta explicar más.
¿Dónde está el límite?
En el conductor del vehículo.
Es normal plantearse el reparar unos arañazos en un lateral, pero cuando te piensas con seriedad en instalar las puertas del Delorian -incultos, ver "Regreso al futuro I, II y III- en un Simca 1000... es que algo no va bien en el ordenador de abordo.
Todos soñamos de vez en cuando con ser "algo". Un Porsche, un Hammer... -personalmente, siempre he querido un coche tan grande que si me metía en una calle en sentido contrario... me cediesen el paso-, pero eso no quiere decir que fuésemos felices con ello.
Es complicado aparcar un Hammer en el centro de Madrid (sin hablar de lo que gastarías ocupando tres plazas de zona azul).
Viajar con un montón de niños pequeños en un Porsche... se puede hacer, no hay ninguna ley que lo impida (si quieres hacer llorar a los fabricantes).
O hacer montañismo con un mini (si alguien se decide a hacerlo, por favor, que tome fotos).
Pero... algunas de las mejores cosas de la vida no son demasiado compatibles con un coche de lujo.
Así que soy un utilitario.
Es más, especifico, un utilitario de los años sesenta. De esos que lo mismo acarraeban a todos los amigos apretujados a un guateque, cargaban con toda la familia -y equipajes- en vacaciones, se metían campo a través en época de vendimia o incluso se atrevían con el Rally Paris-Dakar.
Si me doy una capita de pintura nueva y me cambio el tapizado de los asientos, soy un vehículo que -sin llegar a ser un clásico o valer una millonada- aún puedes mirarlo y decir: "¡qué coche más gracioso!", pero nunca me dedicarán la portada de una revista de coches.
¡Y QUÉ!
Soy un utilitario y soy feliz con ello.
Aquí os pongo mi lista de entradas como Consultorio de la Doctora Jekyll
3 comentarios:
Juas, que bueno!! Yo soy un monovolumen!!!
Muy bueno! yo soy un clásico... ahora un poco desvencijado.. jaja y buee!! que se le va a hacer, creo que en otra vida fui un deportivo (o eso fue en un sueño??)la verdad es que ahora la carrocería se empezó a caer y no hay chapa y pintura que lo disimulen.. y como dijo la Dra...
¡Y QUÉ!
Besoss
Yo un forfi, me chiiiiiiiiiiflan
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